Los medios estatales en América Latina

Ponencia debatida en el Foro Latinoamericano del Documental y la Comunicación, Buenos Aires 2005.

Tesis:
Los medios estatales en América Latina son herramientas al servicio del poder de turno en el seno del estado capitalista. Hoy están unos, pero mañana pueden estar otros.
Conclusión:
Apostar a su construcción y crecimiento implica necesariamente aportar a fortalecer los mecanismos de dominación comunicacional del estado capitalista sobre el pueblo trabajador. Esto se refleja en pantalla, aunque el discurso declamado fuera de pantalla aparezca como democrático, e incluso alternativo.

Para exponer rápidamente el tema, y haciendo un nada ingenuo reduccionismo, basta con hacernos algunas preguntas sencillas sobre estos medios estatales. Sus respuestas serán reveladoras.
¿Quién es el propietario del medio de producción comunicacional?
Respuesta: El estado capitalista.
¿Quién decide la programación?
Respuesta: Funcionarios a sueldo del estado capitalista (1).
¿Qué participación tiene la comunidad en la línea editorial y la programación?
Respuesta: Ninguna.
La comunidad sólo funciona allí como objeto y consumidor, nunca accede a ser un sujeto productor de contenidos.
Sin embargo, hay quiénes apuestan a participar de los medios estatales desde la "izquierda" para fortalecerse sin tener en cuenta que así en realidad fortalecen al enemigo.
Y lo peor es que en esa dialéctica, y para desarrollar esa política, las dos partes coinciden en los mismos macaneos. Ambos necesitan mistificar el sistema estatal capitalista en los medios con el objeto de legitimarlo. Para los que participan desde la "izquierda" esa legitimación es necesaria a dos puntas: ante sí para mantenerse a salvo de culpas políticas por su capitulación a la maniobra coptadora del estado y ante los independientes para sortear los pruritos ideológicos que pudieran impedir o retacear su voluntaria inclusión en el sistema mediático estatal.
El fondo de la maniobra legitimadora consiste en ocultar deliberadamente que la participación en esos canales, sin cambiar de raíz todo el sistema de propiedad de los medios de producción capitalistas y sin cuestionar de raíz este mecanismo fundamental de control social en beneficio de los explotadores es aportar desde la izquierda a la dialéctica fatal de comunicación-manipulación de la que se sirve el capitalismo desde que aprendió a disfrazarse de "progresista".
Es una realidad incontestable que todo proyecto de aportar al sistema comunicacional del estado capitalista para "ocuparlo" desde adentro implica en última instancia y necesariamente -independientemente del discurso que lo sostenga- el no cuestionamiento de sus fundamentos de clase. A pesar de la muy conveniente coartada gramsciana.
Este tipo de participación en la comunicación le facilita en definitiva al sistema el maquillaje progresista que aporta inevitablemente al sostenimiento de las condiciones de explotación y de opresión de la conciencia histórica, social y política del pueblo.
Una conclusión apresurada, sin embargo, podría ser que no debemos participar como documentalistas de la problemática comunicacional. Pero no es esto lo que proponemos. Nuestra idea, cuyos principios metodológicos son los mismos que expusimos para la participación de los documentalistas junto a los movimientos sociales en "El reto de los Documentalistas" (2), es que podemos y debemos participar, pero desde una perspectiva liberadora.
¿Cómo? Utilizando el documental como herramienta de resistencia de los movimientos sociales frente a la comunicación discriminatoria del sistema. Facilitando el acceso de los protagonistas sociales a documentales que ayuden a la autogestión informativa. Aportando material documental a las cátedras libres, centros de estudiantes, sindicatos y medios independientes que decidan luchar por una comunicación para la liberación.
Generando nuevas formas de comunicación. Creando medios como La Tribu, las radios del Mocase, Catia TV o TV Libre de La Matanza. Obteniendo recursos de las organizaciones sociales o arrancándoselos a los funcionarios para producir junto a los trabajadores y el pueblo y no para los medios del sistema que ayudan a dominarlos y explotarlos.
Claro, un proyecto así no ofrece grandes réditos inmediatos para el aparato político. Tampoco ofrece prestigio académico, publicaciones, cátedras y contratos universitarios.
Pero es una apuesta a una comunicación para la liberación.
¿No alcanza?

(1) Vale aclarar que no nos estamos refiriendo a los trabajadores que dependen de un salario. Ellos son los primeros explotados por el estado capitalista en los medios. Así, toda referencia a los medios estatales debe implicar en primer lugar, y sin excusa "táctica" alguna, la denuncia de la explotación que sufren sus trabajadores.
(2) "El reto de los Documentalistas" ensayo de Miguel Mirra premiado en el Concurso Pensar a Contracorriente organizado por el Ministerio de
Cultura de Cuba, el Instituto Cubano del Libro y su Editorial Ciencias Sociales.