Gastando suela

En el año 1996, el documental era mala palabra entre los que perseguían con ahínco una nota individual en la página de espectáculos. Todavía no se vendía merca cinematográfica. Los mercenarios estaban en otra parte y aspiraban a triunfar en Cannes. Esa era la época, también, en que aparecían la resistencia popular y los fogoneros de Cutral Co; y no parece casual que la historia del Movimiento de Documentalistas se remonte a ese 1996, cuando organizamos el primer Encuentro de Documentalistas.
Hoy, en medio del éxito indiscutible del primer Festival Internacional Tres Continentes del Documental, nos parecen lejanos aquellos años en que nos vimos sitiados por miserias y mezquindades; sin embargo, no nos engañamos: esas miserias siguen allí con otros nombres y otros rostros, y también con los mismos. Antes se vestían de menosprecio, de descalificación, de zancadilla oportunista; casi igual que ahora. Es que los burócratas todavía siguen en sus sillones y, en medio de la crisis, se les suman otros nuevos hambrientos de subsidios y prebendas. La losa burocrática está en todas partes, no sólo en los sindicatos. Está en las instituciones y organismos de la comunicación, la educación, la cultura y en el estado transformado en administración colonial.
Y los burócratas quisieron encaramarse también sobre nosotros, los documentalistas.
Pero la derrota que sufrieron fue importante. La organización, la movilización y la repercusión obtenida por el Foro, la Muestra Fotográfica y el Festival Internacional demuestra que no es necesario arrodillarse ante el poder de los funcionarios en busca de migajas. Demuestra que un documentalismo independiente es posible. Seguramente, alguien con malas o buenas intenciones nos sugerirá que apoyados en el éxito obtenido podremos ahora reclamar apoyo oficial con mejores argumentos y podrá decir que con apoyo oficial el Festival saldría mejor.
Nada más alejado de la verdad.
Gran parte del éxito del Festival se debió a que fue realizado, y percibido así por los realizadores y el público, independientemente del estado. Esto es: no rozado por sospechas de corrupción, malversación, cohecho, peculado y demás figuras penales. Tampoco tocado por clientelismo, manipulación de la información y tráfico de influencias. Resolvimos estar muy lejos de recorrer pasillos y despachos, de palmear burócratas y funcionarios y debatir horas cómo mendigar con eficacia; y esa fue una gran decisión. Y nos felicitamos por eso. El gran logro de nuestra actividad está allí: la concretamos sin doblegamos ante el peso de los aparatos. Lo hicimos desde abajo, solidariamente, dignamente.
¿Saben qué? Creo que tiene asidero el dicho popular: Dime con quién andas y te diré quien eres. Nosotros preferimos andar lejos de los trepadores que se gastan el fundillo de los pantalones revolviéndose en los sillones del poder. Preferimos andar cerca del suelo con nuestros compañeros y caminar la vida gastando suela.